¿Qué ha pasado desde que no escribo?, bueno, pues
Alexa estuvo internada del 19 al 23 de Diciembre, estudios para averiguar si
otra vez, como el año pasado, tenía influenza. Gracias a Dios, no fue influenza, sino como
siempre su problema más recurrente ¨las vías respiratorias¨, pero en lo que
cabe ella ha estado muy bien, comiendo, jugando y riendo, viendo el mundo como
solo ella sabe, siendo feliz a pesar de….vamos en la semana 83 de 120, así que como siempre si piensas en nosotros te pido una oración, ya sabes que todas cuentan.
Hoy les quiero contar un cuento, si uno de esos que es como agridulce y que en realidad no sabes que sentimientos te causa… Pues aquí va…
Hoy les quiero contar un cuento, si uno de esos que es como agridulce y que en realidad no sabes que sentimientos te causa… Pues aquí va…
Los
golpes de realidad llegan un día sin esperarlos, generalmente piensas que a ti
no te sucederá, que las tragedias o pruebas de vida le pasan a otros, pero no a
ti… Es como si un día te encontraras caminando por la calle y de repente de la
nada, esta un vacío, justo enfrente, un agujero de esos que se ven muy
profundos y oscuros, a veces pasa que a lo lejos lo ves, en el mejor de los
casos si estabas muy atenta al camino puedes esquivarlos, pero a veces estos agujeros
están muy bien escondidos, no te da tiempo de prepararte, de esquivarlo, no hay
margen de reacción.
Así
fue cuando un día caminando por la calle, caí en uno, al principio debo
reconocer que conforme iba cayendo, parecía que no me había pasado a mí, veía
la situación como un espectador más, observaba como en cámara lenta todo lo que
sucedía, mis momentos más lúcidos siempre fueron cuando hablaba con los
médicos, porque aun en la caída siempre se deben tener momentos de lucidez y
estos fueron los míos. Pero, ¿qué pasaba el resto del tiempo?, el resto del
tiempo la caída era continua, y parecía no tener final.
No
sé cuanto duro mi caída, no se cuántos días o meses sentí que no habría punto
final al dolor, pensé que una vez que había entrado a este desafortunado vacío
pues así sería mi vida siempre. En esta caída tuve tiempo de tener mis
diferencias con Dios, a veces le preguntaba, ¿cómo es que si me quieres como
una hija hayas permitido que yo cayera en este lugar?, a veces en la caída la
fe aparecía como un rayito de luz, y entonces esos días de caída no eran tan
tristes, sobre todo tan angustiantes, pero había días también muy muy oscuros.
Había
días donde pensaba que nunca dejaría de caer, pero no fue así, un día abrí los
ojos y la caída había terminado, cuando
por fin pude abrir los ojos para observar mi nueva realidad, me di cuenta que estaba en una cueva, pero no
de esas que conocemos de piedra, la mía era de cristal, y cada lado era un
ventanal que me permitía ver con claridad a todos aquellos que pasaban cerca de
mí, al principio reconocí a mis hijos, mi esposo, mis padres, mi hermano,
reconocí personas y lugares de mi antigua vida, quería salir para volver a
vivir como yo sabía, pero no era posible, estas nuevas cuatro paredes no me lo
permitían, a veces cuando los veía pasar muy cerquita de las paredes les
gritaba, les gritaba a todo pulmón que ahí estaba, que estaba adentro, que me
ayudaran a salir, pero era como si la voz no me saliera, los demás me veían,
hablaban conmigo pensando que era la misma de siempre, pero la caída se llevo a
esa persona, a esa desafortunada persona que un día cayó en esta cueva de
cristal.
Conforme
fue pasando el tiempo, me di cuenta que ese era mi nuevo hogar, y que tenía dos
opciones, sentarme en una esquina a llorar y ser como una vela que se consume
poco a poco, o a través del cristal intentar vivir, no como antes, pero
intentar vivir.
Fue
así como decidí decorar mi cueva, en algunas paredes, colgué momentos de mi
pasado, momentos felices, el día que mi hermano llegó a mi vida, los
nacimientos de mis hijos, mi boda, los abrazos de mi papá y una foto que
captaba el momento exacto donde mi madre tomaba mi mano, fueron pasando los
días y día con día fui colgando mis recuerdos en una pared, los colgué para que
fueran un recordatorio constante de los millones de momentos que había
coleccionado a mis más de treinta años, los colgué para que cada que la furia
contra la vida y contra Dios llegará a mi casa, recordará que por las lágrimas
de ahora, Dios me había dado tantos y tantos momentos de felicidad. Los colgué
también con la esperanza de un día verme igual, me gustaba lo feliz que me veía
en cada momento, mi sonrisa, mis ojos de esperanza, los colgué para que nunca
se me olvidará que muy dentro de mí había una capacidad ilimitada de ser feliz.
De
repente la cueva de cristal fue viéndose un poco mejor, había una pared de las
cuatro que ahora me alojaban que me daba un poco de miedo, en esa pared había
cuatro puertitas, al principio pensé que tal vez eran puertas prohibidas, por
qué nadie me había explicado a dónde conducían, así que con la esperanza de que
hubiera una salida en alguna decidí abrir una por una, la primera que abrí
desafortunadamente fue la puertita de la ¨desolación¨, al principio en la
entrada todo se veía gris, pero a pesar del miedo que me daba entrar seguí
caminando y caminando hasta que me fue imposible reconocer el camino de vuelta,
los primeros meses de la enfermedad de Alexa los viví ahí, la desolación entró en cada espacio de mi
corazón, había momentos en que este corazoncito maltratado peleaba y trataba de
sacar sus mejores armas para combatirla, pero la mayoría de la veces perdía, en
mis ojos en los que antes todo se veía a colores comencé a ver todo gris, todo
en tonos pálidos, a veces me sentaba en alguna piedrita que encontraba y
rezaba, le pedía a Dios sacarme de ahí y le prometía no volver a abrir esa
puerta, pero fueron meses de caminar esperando encontrar la salida, cuando
tristemente me acostumbré a vivir así, un día de la nada, escuché la voz de
Alexa, al principio la escuchaba como un susurro y pensé que tal vez ya estaba
perdiendo un poco la cordura, pero cada día escuchaba la voz más fuerte y más
fuerte, hasta que un día, un 20 de Diciembre, la escuché clara y poderosa, el
día que escuché que el cáncer se había ido, el día que un estudio confirmaba
que esos 4 meses de dolor habían rendido frutos, así que ese día abandoné esa
puerta y juré no volver atrás.
Después
de esa experiencia que tanto miedo dejó en mi corazón, no quería abrir ninguna
puerta nueva, tenía miedo de caer en algún lugar similar a ese, así que durante
un tiempo decidí no sentir nada, tal vez eso era mejor a entrar a ese mundo de
desolación, pero después de un tiempo acepté que mi corazón necesitaba algún
tipo de emoción, así que decidí abrir otra puerta, y en esa, todo era verde,
había como en esos cuentos de hadas muchas luces, todo parecía brillar, a lo
lejos podía observar a mis hijos correr y ser felices, casi podía tocar a mi
esposo como antes, podíamos abrazarnos como antes de que este reto nos partiera
en dos, podía volver a ser la misma hija, la misma hermana, la misma mamá,
durante un tiempo me permití sentir felicidad, plenitud, este mundo se
asemejaba a mi antigua realidad, era muy parecida a mi vida de antes… era la
Lorena de antes. En este tiempo me adapté a las citas médicas, a los estudios,
las medicinas, ya no eran parte de una etapa de mi vida, sabía que habían
llegado para quedarse y por primera vez en muchos días, lo acepté y viví con
paz.
Pero
en estas situaciones de choque, como siempre las cosas cambian cada minuto, así
que un día sin saber cómo abandoné la puerta de la felicidad y ahí estaba, de
nuevo, frente a otra puerta, la puerta de la “miedo”, ya antes había
experimentado este sentimiento, sobretodo cuando mi hermano estuvo enfermo,
pero ese miedo gracias a Dios no vivió con nosotros mucho tiempo, el caso de
Alexa era distinto, con esto íbamos a tener que vivir casi cuatro años.
El
miedo es un tema serio, imagínate que alguien te dio un golpe en el estómago,
no lo viste venir solo lo sentiste, y al otro día alguien más volvió a
golpearte, no sabes de donde vienen estos golpes, solo los sientes en la boca
del estómago, ahí constantes, sientes que la vida que vives no está nada
segura, vives con el miedo a las recaídas, a nuevas enfermedades, sobretodo
vives con MIEDO a poner en palabras que tienes miedo de pensar si quiera vivir
sin ella, vivir sin mi hija, aún lo digo y cada poro de mi piel se estremece,
aún no puedo verbalizarlo ni decirlo en voz alta, pero esta ahí, he llegado a
pensar que ese miedo me acompañara siempre. En esta puerta me perdí durante meses, pero de
repente me di cuenta que había descubierto la manera de salir, cada que
escuchaba la voz de Alexa, la risa de Diego, cada que me permitía sentir la
mirada de compañerismo de mi esposo, cada que observaba la fe de mi madre, la
esperanza de mi padre, eran esos momentos los que me hacían regresar, podía
abandonarme a vivir en esa puerta o podía buscar en cada momento que Dios me
deja pasar con mi familia ese lazo que necesitaba para regresar y encontrar la
salida.
La
última puerta la abrí un día que visité a mi abuela en el panteón, un día de
esos viviendo en el miedo, un día sentada ahí con ella le dije, creo que no voy
a poder, creo que esto es demasiado para mí, primero mi hermano y ahora Alexa,
y ahí le pedí me hablara, me dijera cómo, qué hacer, que pensar, que sentir, me
acordé y extrañe esos millones de abrazos que un día me dio, recordé lo que se
sentía estar envuelta en tanto amor. Pensé que si ella viera todo lo que ha
pasado desde que se fue que haría, y la respuesta fue muy sencilla, en los
momentos mas duros ella tendría fe, en los momentos mas angustiantes y de más
miedo, ella rezaría, en los momentos de mas estrés, ella primero abandonaría su
ser a este Dios en el que creemos y después pondría su mente fría y buscaría
como estar bien, cómo dar el siguiente paso, cómo volver a empezar, porque si
algo aprendí de ella es que cada día que sale el sol, es un borrón y cuenta
nueva, que los problemas no se van solo por desearlo, que esos se van haciendo
todo lo humanamente posible para estar mejor, que Dios hace su parte, pero que la actitud que
uno le pone a las dificultades es responsabilidad de cada quien, así es como
entré a esta nueva puerta, ahí pude ver el letrero colgado dando la bienvenida,
un letrero simple en madera que decía FORTALEZA, esa fortaleza que sale del
inmenso amor por alguien, esa fortaleza que nace y se alimenta de la fe, del
trabajo, pero sobretodo de las GANAS DE VIVIR. Porque vale la pena caerse y
levantarse el número de veces que sea necesarias para VIVIR, no esperar los
momentos perfectos porque esos nunca llegan, es hacer de nuestro día a día, un
día PERFECTO a pesar de…..
Ahora
se que tengo el poder de abrir y cerrar esas puertas, a veces en una semana
paso por cada una, aunque soy honesta no me permito entrar a la puerta de la
desolación, a esa si prometí no volver, pero mi vida transcurre entre la
felicidad, el miedo y la fortaleza, se vale abrir cada una de vez en cuando, se
vale visitar las tres en un día, se vale todo….
Pero
se preguntarán si me he resignado en vivir en una casa de cristal y la
respuesta es no, día con día Alexa y yo construimos los escalones que nos
regresen a casa, día con día seguimos decorando las ventanas del lugar para que
no se nos olvide que esto algún día será una historia de lucha y de
supervivencia que le cuente a mis nietos. NO acepto vivir encerrada en un mundo
que me tocó y no en un mundo que yo elegí, Alexa lucha diario, ella no conoce
otra vida que no sea la de doctores, hospitales y enfermeras, pero yo sí… y
deseo para ella la plenitud de su niñez, y eso he de lograr proporcionárselo
algún día, pero mientras tanto, he adornado nuestra cueva, y estoy determinada
a hacer de su vida un cuento de hadas, porque la que tiene que luchar con sus
demonios, soy yo…. Porque ella, ella es SIMPLEMENTE FELIZ.
Hoy
escribí ese cuento porque alguien a quien quiero entrañablemente cayó en un
lugar similar al mío, quisiera poder poner en palabras que TODO PASA… que uno
aprende a vivir con lo que sea siempre y cuando esté determinado a VIVIR y a
trabajar no solo por sobrevivir, sino vivir siendo FELIZ, que si bien hoy
puedes estar encerrado en una puerta siempre está en ti encontrar los lazos que
te regresen y te saquen de ahí, que tal vez nunca volverás a ser el de antes,
es más tal vez te vuelvas una mejor versión de ti mismo después de esta prueba,
lo que no se vale bajo ninguna circunstancia es dejar de luchar, porque un día, no se cuándo ni como, volverás
a sentir el afecto de una caricia, volverás a escuchar palabras de aliento,
volverás a tener deseos, planes, volverás a SENTIR QUE PUEDES Y MERECES SER
FELIZ. Que
la vida no es blanco y negro, que a veces toca vivir en lo gris y a veces en
los tonos pastel… pero que al final tu decides cómo quieres vivir y tu decides que puertas abrir. Quisiera tener la posibilidad de demostrarte y no solo escribirlo, hacerte sentir cuánto le pido a Dios que pronto, muy pronto descubras los lazos que te regresen a nosotros...
Me
despido dando gracias a Dios porque mi compañero y amor de mi vida en estos
días cumple años, que Dios conceda ese anhelo tan profundo que tienes y que
compartimos entrañablemente… A ti como dice mi querido Fonseca:
Quiero
caminar de tu mano, lo que nos resta de camino , que los cumpleaños que nos
falten los pases conmigo… Quiero caminar de tu mano, hasta que estemos muy
viejitos, yo se que habrá unos días malos esperemos sean poquitos, si no me has
entendido, quiero que tus hermosos ojos los hereden nuestros niños (Y así ha
sido, tus hermosos ojos ya los tienen nuestros hijos, TE AMO….).